sábado, julio 28, 2007

ADRIANA

No es su verdadero nombre pero eso es lo de menos. La he conocido en la universidad, en la materia de lenguaje que es común a todas las carreras. Estudia arte. Deténganse aquí los que imaginan ya un tórrido romance entre una joven, atractiva y bohemia artista plástica y esta humilde servidora, no hay tal cosa, así como tampoco tiene ella nada de atractiva o bohemia. Adriana es mas bien el patito feo de la clase: regordetita, blanca, pelo demasiado liso y escaso para calzar con el pre-concepto del glamour, dientes bastante torcidos y lentes gruesos. Sus intervenciones en clase no han sido brillantes, es quien hace las composiciones mas cursis y llenas de lugares comunes, es quien no tuvo éxito al dar su charla pues los nervios la dominaron y le impidieron hablar. Es la chica que nadie desearía tener por novia, la que pocos incluirían en su grupo de estudios, la que no muchos llamarían amiga.

¿Por qué escribo sobre ella?. En la clase anterior cuando leyó una de sus composiciones, un poema, entre tanto lugar común asomó una de las mas hermosas y sabias frases que he escuchado a cerca del tiempo y su fugacidad. Poderosa, concluyente, el mismo Borges podría haberla escrito. Una frase que nos hizo a todos voltear las cabezas y reparar en ella, que nos asomó a su verdad. Por supuesto aquello no duró mas que un instante. Después todo se reacomodó en lo "normal": los patitos feos, al igual que las amas de casa, los viejos, los cholos, los homosexuales, los negros, los pobres, los ricos, los aniñados, los serranos, las lesbianas, las menopausicas, los adolescentes y un largo etc, deben ocupar su lugar y representar su papel, así son pues las leyes del mundo...¿o no?

Sospecho que Adriana esta bastante mas cerca de la sabiduría que yo.

2 comentarios:

Vico dijo...

Levanto mi Heineken por dos razones:

1. porque diste senales de vida blogera

2. por Adriana (o como se llame)

Lo de ella fue un desliz nada mas...me alegra que haya vuelto todo a la "normalidad"...

Cœlispex dijo...

Adoro esa justicia, en la que a la vida le roban pedazos todos, independientemente de lo trillado de su pluma.